Salida tormentosa
Era un domingo de abril, Michael y sus amigos habían quedado junto a sus familias en la Costa Catalana, concretamente en Sitges para navegar. La predicción era veinte nudos desde Garbí de viento y un día soleado en la Costa Daurada. Michael y sus amigos desde hace tiempo solían salir a navegar con sus hobby-cats 18, como una especie de hobbie. Se lo pasaban muy bien todos navegando. Pero no sabían lo que el futuro les depararía.
El día empezó muy tranquilo, no tuvieron ningún problema con el tráfico para llegar hasta el náutico. Desmontaron los barcos de los remolques, y los montaron como de costumbre. Hacía un montón de viento, veinte nudos como mínimo. Así que Michael, Bob y Richard una vez ya estuvieron listos para partir, salieron decididos hacia el inmenso Mar Mediterráneo, pero cuando los 3 navegaban tranquilamente, después de unos treinta minutos de su salida se encontraron una fuerte crecida de las olas. Los tres divisaron unas nubes con muy mala pinta hacia el fondo del mar. Parecía ser que se acercaba una tormenta, y una bien gorda. Los tres al ver tal situación decidieron volver a la costa, pero ya era demasiado tarde para ellos ya que la tormenta avanzaba sin precedentes.
Cuando la tormenta les alcanzó, a la embarcación de Michael se le rompió uno de los obenques que sujetaban el mástil, así que tuvo recoger sus instrumentos y su cantimplora para subirse a bordo del de Richard. Solo quedaban el barco de Richard y él de Bob, pero cuando todo parecía perdido tuvieron otro percance, ya que la vela mayor del catamarán de Richard parecía estar trabajando a demasiada presión. Michael le recomendó que aflojara el pujamen pero Richard no quería ya que quería llegar a tierra lo más rápido posible, pero después de una fuerte racha de viento la vela mayor se rajó por la mitad, en ese momento Richard lamentó haber sido tan cabezota. Así que los dos ya desesperados decidieron subirse al barco de Bob, los tres temían bastante por el hobie cat 18 que tenía Bob, aunque parecía estar en buen estado, aquella embarcación ya tenía más de 15 años, y claro no era un buen momento como para partirse en dos. Los tres ya con la desolación en su mirada empezaron a pensar en sus familias, seguramente les estarían esperando en la orilla, todos preocupados y tristes al ver que sus marineros no volvían de aquella horrible tormenta. De repente escucharon como el ruido de algo rasgando el casco del catamarán, miraron que había sido y parece ser que había encallado en un arrecife, por suerte el buque de la embarcación de Bob había sido ya reparado tantas veces que la roca no llegó a penetrar del todo el casco. Michael se ofreció voluntario para bajar para empujar el barco para continuar. Pero desgraciadamente se hirió el pie con una de esas rocas tan afiladas, Richard ya le avisó que siempre hay que llevar calzado cuando navegas, porque quien sabe cómo puedes hacerte daño, al final Michael aceptó que no fue buena idea y Richard le vendó con fuerza el pie con un cabo, pero se estaba desangrando, era cuestión de horas de que se fuera a desmayar. Al final menos mal que unas patrullas de las salva costas les encontraron, ya que fueron avisados por las familias de los navegantes. Les recogieron y remolcaron el viejo pero resistente catamarán hasta la costa. Una vez allí los tres se pudieron reunir con sus familias, los tres tuvieron mucha suerte ese día. Ahora siempre que salen a navegar miran la predicción 5 veces antes de salir y siempre con walkie-talkie por si acaso.
Max Griera (16 años)